Aquel día no salió el sol
Aquel día no salió el sol, no estaba nublado, no era el circulo polar, simplemente no salió el sol. La tierra seguía, como desde el principio de los tiempos, girando alrededor de su eje, dando una vuelta cada veinticuatro horas, y cada trescientos sesenta y cinco días alrededor del punto donde está/estaba/había estado el sol. Los radiotelescopios de todo el mundo verificaron que el sol no había desaparecido, que seguía allí, todo exactamente igual que en días anteriores, pero nadie lo podía ver. Se temieron las consecuencias de la catástrofe que suponía la desaparición de la fuente de vida pero las mediciones que hicieron, con urgencia en diferentes puntos del mundo, mostraron que seguía llegando las mismas radiaciones de siempre, igual de diversas, igual de intensas. Los girasoles seguían moviéndose igual que siempre, hora tras hora, pero la tierra estaba en la mas completa oscuridad, había dejado de haber sol en el cielo. Las noticias que difundían los medios de comunicación tranquilizaron a todos y a los pocos días la vida volvió a ser la de siempre, salvo que la gente dejó, en sus armarios y cajones, sombrillas, sombreros, gafas de sol. Con el tiempo nadie se acordó que hubiese habido sol, noches, días, atardeceres románticos que contemplar abrazados con la persona querida.