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¿Quince años? | Cuentos imaginativos y nihilistas utiles para pensar
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Cuentos cortos imaginativos y nihilistas

¿Quince años?

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Después de encontrarla en Facebook y de estar varios días dudando en enviarle un mensaje, aquel día por fin se decide. Es muy escueto, simplemente escribe ¿Anón? Se queda mirando el monitor durante unos minutos esperando una contestación instantánea que no llega ese día ni al día siguiente. Al tercer día, por fin, recibe una respuesta menos cálida de lo que desea, pero mejor de lo que podía haberse esperado después de treinta y cinco años.

A partir de ahí se suceden días de correos electrónicos. Al principio uno cada día, después mas, hasta convertirse en un dialogo casi permanente en las horas que tienen libres. Se explican el uno al otro su vida desde la ultima vez que se vieron; que están casados; que tienen hijos; en que trabajan, en que han trabajado desde que acabaron la universidad; como es su mujer; como es su marido. Se envían fotos, primero de cuando eran jóvenes, repitiendo muchas que los dos conservan en una caja de cartón en el fondo del armario, junto con un montón de cartas manoseadas, o en un viejo álbum detrás de unos libros en una estantería. Se cuentan que aún conservan aquella reproducción de un Ford T que ella le había regalado; o la vela que él le trajo de Holanda una vez que fue de vacaciones por Navidad; que el payaso de cristal de Venecia se había roto hacía años; que aún conserva en una caja de cristal sus mechones. Los dos vuelven a vivir en los quince años.

Después de las charlas por internet se dan los teléfonos y pasan a hablarse durante horas, a enviarse decenas de SMS cada día. Ríen como hacía años que no lo habían hecho, y las despedidas por teléfono son largas, muy largas. Avanzan deprisa pero con cautela, ninguno de los dos se atreve a decir lo que desea del otro, tienen miedo a perder el encanto de la imaginación y de los recuerdos, miedo a tener que afrontar que son personas con otras obligaciones muy diferentes a la de ser felices.

Por fin quedan un día. Ella lo recoge en la puerta de la oficina donde él trabaja. Al verse se desilusionan, pues ella por primera vez es vista con la edad que tiene realmente y no con la del recuerdo. Lo mismo le pasa a ella al ver un hombre con arrugas, de pelo blanco con entradas. Les cuesta reanudar la frescura de las conversaciones que han mantenido por teléfono. Esa sensación dura hasta que ella le da un beso. Por la piel de ambos vuelve a pasar la misma electricidad que había pasado hacía treinta y cinco años. Una electricidad que nunca mas se había reproducido con ninguna otra mujer, con ningún otro hombre. Vuelven las risas, se inician las escapadas, las mentiras, las excusas en casa, los viajes inventados, las cenas con las amigas hasta pasada la media noche, las tardes en la França Xica. Así están meses, los mejores meses de su vida sin duda.

Aquella mañana, él se esta afeitando. Se mira al espejo. Ve el hombre viejo que es en realidad. Algo extraño le pasa por la cabeza. Piensa en su mujer, piensa en sus hijos, en sus responsabilidades, en el daño que les va a hacer, en el que dirán sus familiares y amigos cuando sepan de todo esto. Toma la decisión mas equivocada de su vida. La llama por teléfono. Le dice que se han acabado las fantasías, que ya no son dos niños, que la vida es así, que el juego se ha acabado, que no puede continuar mas. Es innecesariamente cruel pues ni siquiera le da las gracias por esos días maravillosos que ha vivido. Se despide de ella para siempre. La oye llorar al otro lado del teléfono. Después, se limpia sus propias lagrimas, toma el café, ya frío, de un solo trago y se va a trabajar como todos los días.

Nota del autor: Si no gusta ese final siempre se puede escoger este otro:
Es de noche. Ellos, ya ancianos, están en la cama, se dan el beso apasionado de todas las noches. Se cogen de la mano. Se duermen. Así los encuentra a la mañana siguiente la mujer de la limpieza. Sabe que están muertos. Va a gritar, pero al verlos así, tranquilos, con las manos unidas, con una sonrisa de felicidad en la boca, piensa que esa es la forma mas dulce de morir de todas las posibles, siente una inmensa envidia y no grita.
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